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Reflejos que educan: Pigmalión y neuronas espejo

 

El efecto espejo es una poderosa analogía que une dos conceptos clave en la educación: las neuronas espejo y el efecto Pigmalión. Ambos revelan cómo los estudiantes responden a lo que observan o a lo que se espera de ellos, respectivamente.




Mientras las neuronas espejo activan el aprendizaje por imitación, el efecto Pigmalión demuestra que las expectativas del docente pueden moldear el rendimiento del alumno, para bien o para mal.

En el aula, esta capacidad de reflejo permite que los alumnos internalicen comportamientos, estrategias de resolución de problemas y respuestas emocionales al observar a sus referentes -docentes y compañeros-.

Por ejemplo, cuando un estudiante ve a su docente resolver un problema, explicar una idea o mostrar una emoción, las neuronas espejo se activan como si el propio estudiante estuviera realizando esa acción.

Además, al ver cómo un docente enfrenta un error con calma y lo convierte en una oportunidad de aprendizaje, el estudiante no solo aprende el contenido, sino también una actitud frente al desafío.

La actitud del docente no solo enseña contenidos, sino que también transmite creencias, emociones y posibilidades. Si mostramos confianza en el potencial de nuestros estudiantes, si creemos en su crecimiento y lo expresamos con palabras y acciones, activamos mecanismos cerebrales y emocionales que los impulsan a superarse.

 

Educar es reflejar, y cada gesto, mirada o palabra puede ser el inicio de una profecía autocumplida positiva.

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